"La filosofí­a no es el arte de consolar a los tontos; su única meta es enseñar la búsqueda de la verdad y destruir los prejuicios"; Marqués de Sade.

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domingo, noviembre 13

El punto de partida de la filosofía


La filosofía responde a la necesidad de formarnos una concepción unitaria y total del mundo y de la vida, y como consecuencia de esa concepción, un sentimiento que engendre una actitud íntima y hasta una acción. Pero resulta que ese sentimiento, en vez de ser consecuencia de aquella concepción, es causa de ella. Nuestra filosofía, esto es, nuestro modo de comprender o de no comprender el mundo y la vida, brota de nuestro sentimiento de la vida misma (...). Y ahora bien: ¿para qué se filosofa?, es decir, ¿para qué se investigan los primeros principios y los fines últimos de las cosas? ¿Para qué se busca la verdad desinteresada? Porque aquello de que todos los hombres tienden por naturaleza a conocer está bien, pero ¿para qué?

Buscan los filósofos un punto de partida teórico o ideal a su trabajo humano, el de filosofar; pero suelen descuidar buscarle un punto de partida práctico y real, el propósito. ¿Cuál es el propósito al hacer filosofía, al pensarla y exponerla luego a los semejantes? ¿Qué busca en ello y con ello el filósofo? ¿La verdad por la verdad misma? ¿La verdad para sujetar nuestra conducta y determinar conforme a ella nuestra actitud espiritual para con la vida y el universo?

La filosofía es un producto humano de cada filósofo, y cada filósofo es un hombre de carne y hueso que se dirige a otros hombres de carne y hueso como él. Y haga lo que quiera filosofa, no sólo con la razón, sino con la voluntad, con el sentimiento, con la carne y con los huesos, con el alma toda y con todo el cuerpo; filosofa el hombre (...).

¡Saber por saber! ¡La verdad por la verdad! Eso es inhumano. Y si decimos que la filosofía teórica se orienta a la práctica, la verdad al bien, la ciencia a la moral, diré: y el bien ¿para qué? ¿es acaso un fin en sí? Bueno no es sino lo que contribuye a la conservación, perpetuación y enriquecimiento de la conciencia. El bien se orienta al hombre, al mantenimiento y perfección de la sociedad humana, que se compone de hombres. Y esto ¿ para qué ...? Hay que buscar un para qué.

El en punto de partida, en el verdadero punto de partida, el práctico, no el teórico, de toda filosofía, hay un para qué. El filósofo filosofa para algo más que para filosofar. Primum vivere, deinde philosophari, dice el antiguo adagio latino, y como el filósofo antes que filósofo es hombre, necesita vivir para poder filosofar, y de hecho filosofa para vivir. Y suele filosofar, o para resignarse a la vida, o para buscarle alguna finalidad, o para divertirse y olvidar penas, o por juego y deporte (...).

Pues, para eso suelen filosofar los hombres, para convencerse a sí mismos, sin lograrlo. Y este querer convencerse, es decir, este querer violentar la propia naturaleza humana, suele ser el verdadero punto de partida íntimo de no pocas filosofías.

¿De dónde vengo yo y de dónde viene el mundo en que vivo y del cual vivo? ¿A dónde va cuanto me rodea? ¿Qué significa esto? Tales son las preguntas del hombre, así se libera la embrutecedora necesidad de tener que sustentarse materialmente. Y si miramos bien, veremos que debajo de esas preguntas no hay tanto el deseo de conocer un por qué como el de conocer el para qué; no de la causa, sino la finalidad (...). Sólo nos interesa saber el por qué en vista del para qué; sólo queremos saber de dónde venimos para poder averiguar mejor adónde vamos (...). ¿Por qué quiero saber de dónde vengo y adónde voy, de dónde viene y adónde va lo que me rodea, y qué significa todo esto? Porque no quiero morirme del todo, y quiero saber si he de morirme o no definitivamente. Y si no muero, ¿qué será de mí?; y si muero, ya nada tiene sentido (...). "Lo mejor es -dirá algún lector- dejar lo que no se puede conocer". ¿Es ello posible? ¿Podemos contener ese instinto que lleva al hombre a querer conocer y sobre todo a querer conocer aquello que ha de vivir y a vivir siempre conduzca. A vivir siempre, no a conocer siempre; porque vivir es una cosa y conocer otra (...).

Cogito ergo sum (...) ese ser del soy que se deriva de pienso no es más que un conocer; ese ser es conocimiento, más no vida. Y lo primitivo no es que pienso, sino que vivo, porque también viven los que no piensan; aunque ese vivir no sea un vivir verdadero. La verdad es sum ergo cogito: soy luego pienso; aunque no todo lo que es piense. La conciencia de pensar ¿no será ante todo conciencia de ser? (...) ¿No se siente acaso el pensamiento y se siente uno a sí mismo a la vez que se conoce y se quiere? ¿No puedo decir "siento luego soy", o "quiero luego soy"? Y sentirse ¿no es acaso sentirse imperecedero? Quererse ¿no es quererse eterno, es decir, no querer morirse? (...) ¿No será acaso esta la condición primera y fundamental de todo conocimiento reflexivo o humano? ¿Y no será, por tanto, la verdadera base, el verdadero punto de partida de toda filosofía, aunque los filósofos, pervertidos por el intelectualismo, no lo reconozcan? (...)

Quedémosnos ahora en esta vehemente sospecha de que el ansia de no morir, el hambre de inmortalidad personal, el conato con que tendemos a persistir indefinidamente en nuestro ser propio y que es nuestra esencia, es la base afectiva de todo conocer y el íntimo punto de partida personal de toda filosofía humana, fraguada por un hombre y para los hombres (...). Hasta debajo del llamado problema del conocimiento no hay sino afecto humano, como debajo de la inquisición del por qué, la del para qué, de la finalidad. Todo lo demás es o engañarse o querer engañar a los demás; y querer engañar a los demás para engañarse a sí mismo. Y ese punto de partida personal y afectivo de toda filosofía y de toda religión es el sentimiento trágico de la vida.

Fuente: Miguel de Unamuno: Del sentimiento trágico de la vida.

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La tarea del filósofo


La tarea del filósofo


Wittgenstein ha escrito que la tarea de la filosofía es la de enseñar a la mosca a salir de la botella. Esta imagen, elevada a representación global de la vida humana, refleja sólo una de las posibles situaciones existenciales del hombre, y no la más desfavorable. Es la situación en que existe una vía de salida (evidentemente se trata de una botella sin tapón); por otra parte, fuera de la botella hay alguien, un espectador, el filósofo, que ve claramente dónde está.

¿Pero qué pasa si en lugar de la imagen de la mosca en la botella consideramos la del pez en la red? También el pez se debate en la red para salir de ella, con una diferencia: cree que hay un camino de salida, pero éste no existe. Cuando la red se abra (no por obra suya), la salida no será una liberación, es decir un principio, sino la muerte, o sea el fin. En esta situación, la tarea del filósofo, del espectador externo que ve no sólo el esfuerzo sino también la meta, no puede ser ya la descrita por Wittgenstein. Con toda probabilidad predicará la vanidad de la cura, de agitarse sin un objetivo, la renuncia a los bienes cuya posesión no es segura y en cualquier forma ya no depende de nosotros, la abstinencia, la resignación, la imperturbabilidad. Nos invitará a contentarnos con el breve tiempo de vida que aún nos es dado vivir, a esperar la muerte con serenidad y tal vez a cultivar nuestro jardín. Se trata, como cualquiera puede reconocer con facilidad, de las varias formas de filosofía como sabiduría, mientras que en el caso de la mosca la filosofía se había presentado bajo las formas del saber racional. Pero nosotros, los hombres, ¿somos moscas en la botella o peces en la red?

Tal vez ni una cosa ni la otra. Tal vez la condición humana puede representarse globalmente de manera más apropiada con una tercera imagen: el camino de salida existe, pero no hay ningún espectador afuera que conozca de antemano el recorrido. Estamos todos dentro de la botella. Sabemos que la vía de salida existe, pero sin saber exactamente dónde se halla procedemos por tentativas, por aproximaciones sucesivas. En este caso, la tarea del filósofo es más modesta en relación con la primera situación y menos sublime en relación con la segunda: enseña a coordinar los esfuerzos, a no arrojarse de cabeza a la acción, y al mismo tiempo a no demorarse en la inacción, a hacer elecciones razonadas, a proponerse, a título de hipótesis, metas intermedias, corrigiendo el itinerario durante el trayecto si es necesario, a adaptar los medios al fin, a reconocer los caminos equivocados y abandonarlos una vez reconocidos como tales. Para esta situación nos puede ser útil otra imagen, la del laberinto: quien entra en un laberinto sabe que existe una vía de salida, pero no sabe cuál de los muchos caminos que se abren ante él a medida que marcha conduce a ella. Avanza a tientas. Cuando encuentra bloqueado un camino vuelve atrás y sigue otro. A veces el que parece más fácil no es el más acertado; otras veces, cuando cree estar más próximo a su meta, se halla en realidad más alejado, y basta un paso en falso para volver al punto de partida. Se requiere mucha paciencia, no dejarse confundir nunca por las apariencias, dar (como suele decirse) un paso cada vez, y en las encrucijadas, cuando no nos es posible calcular la razón de la elección y nos vemos obligados a correr el riesgo, estar siempre listos para retroceder. La característica de la situación del laberinto es que ninguna boca de salida está asegurada del todo, y cuando el recorrido es justo, es decir, conduce a una salida, no se trata nunca de la salida final. La única cosa que el hombre del laberinto ha aprendido de la experiencia (supuesto que haya llegado a la madurez mental de aprender la lección de la experiencia) es que hay calles sin salida: la única lección del laberinto es la de la calle bloqueada.


Fuente: Norberto Bobbio

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Anarquismo


A- Introducción

En esta primera parte del texto, que tiene por objeto presentar el Anarquismo, nos parece obligado comenzar destacando una diferencia fundamental entre dos términos que se utilizan a menudo como sinónimos, lo que nos perjudica ante los ojos de los que no conocen nuestra verdadera ideología. Contrariamente a lo que se piensa, Anarquía no es igual a caos. No buscamos provocar el desorden, ni crear una violencia permanente, como pretenden hacer y hacernos creer. Anarquía significa únicamente “sin gobierno”, es decir, creemos en una sociedad libre para organizarse como juzgue conveniente, sin que autoridades superiores impongan su criterio. Esa organización social se basaría enteramente en una elevada responsabilidad y en un compromiso personal serio. No es fácil, por tanto, que todo el mundo acepte nuestra ideología: se exige un cambio en la forma de vida, que debe ser consecuente con los valores personales. Algo que se debe evitar a toda costa es hacer el juego al sistema dando una mala imagen del Anarquismo desde dentro, sobre todo en el aspecto de afirmar que se es anarquista y al mismo tiempo que no se cree en nada, provocando intencionadamente esa sensación de caos a la que hemos aludido, cuando ser anarquista implica luchar continuamente por aquello en lo que se cree.

Breve historia del anarquismo

Aunque el Anarquismo como forma de pensar individual probablemente haya existido siempre, surgió como teoría filosófica y comenzó su actividad en el siglo XIX.

Podríamos destacar como base de la teoría a Pierre Joseph Proudhon (1809-1865), en el que destacan su estudio sobre la libertad individual y la presencia innata de la justicia en la conciencia humana. De ello se deriva su idea de la necesidad de abolición de la autoridad y el respeto a los bienes según las necesidades.

La idea de la libertad absoluta sin someterse a ninguna jerarquía llevó al enfrentamiento entre comunistas y anarquistas, personificado por Marx y Mijail Bakunin (1814-1876), al que se considera fundador del Anarquismo como tendencia política, y que propugnaba la abolición del principio de autoridad.

Bajo la influencia de estos dos ideólogos se fundaron numerosos folletos y periódicos, en los que colaboraron conocid@s teóric@s como Faure, Louise Michel, Malato, Malatesta, etc.

Piotr Kropotkin (1842-1921), el último teórico anarquista del siglo XIX, intentó una sistematización del pensamiento anarquista. La aceptación de sus ideas entre l@s nihilistas rus@s en el exilio condujo a una posición más violenta de l@s anarquistas, que se vio reflejada en las acciones y posturas de principios del siglo XX.

B- Ideología

1.- Libertad individual como valor principal

El fundamento de la teoría social anarquista es la creencia en que la libertad individual es el valor más importante de cuantos componen nuestra ideología, tanto que es en él en el que se basa el sistema de relaciones sociales y personales que proponemos. No es una libertad articulada en torno a puntos concretos, como han reclamado históricamente partidos y asociaciones -libertad de reunión, de opinión, de prensa, etc.- sino una libertad ilimitada en todos los aspectos del pensamiento y acción de la persona.

Es evidente que el requisito imprescindible para conseguir esa libertad es el reconocimiento de la igualdad de todos los seres humanos. No se puede mantener una sociedad basada en la discordia interna y en las desigualdades. Esto es algo que comúnmente se aceptaría como propuesta teórica, pero que se ha negado en la práctica en todas las civilizaciones y el mundo moderno occidental no es una excepción. Lo curioso es que las mismas personas que están de acuerdo con la teoría son las que la contradicen con sus acciones cotidianas. Se mantienen estructuras que permiten la diferencia de clases, cuando se debería evitar su misma existencia; se dificulta el avance de la posición de la mujer; y, sobre todo, se contribuye desde numerosos frentes, a veces involuntariamente, a perpetuar o incluso agravar las discriminaciones raciales. En la mayoría de los casos, lo más grave es que nadie cree ser racista, sexista, clasista...

Por tanto, la lucha por la libertad no es algo que se deba dejar en manos de nadie, delegando la propia responsabilidad, sino que es una batalla que se debe emprender a nivel individual, ya que esa es la única forma de construir el sistema anarquista desde la base.

Por otra parte, no nos parece totalmente correcta la opinión generalizada de “mi libertad termina donde empieza la de l@s demás”, puesto que esa libertad de l@s otr@s forma parte importante de la propia de cada un@; no somos libres hasta que no lo son las personas que nos rodean, hasta que la dignidad individual de cada un@ no se vea apoyada por la dignidad y el respeto de toda la humanidad. Una libertad colectiva, sí que podrá dar un sentido correcto a esa afirmación.

2.- Asociación frente a individualismo

La libertad individual de la que hemos hablado no implica que el anarquismo sea un sistema individualista. Es absurda la idea de que nos repartamos por el mundo a vivir de forma mística pensando en nuestra integridad moral, sin ser capaces de formar una sociedad productiva que posibilite el desarrollo de la humanidad. En realidad, el existir fuera de la relación con otras personas supondría la muerte intelectual para cualquiera, y sería una contradicción con la necesidad de luchar por unas relaciones interpersonales más justas. La libertad no supone la negación de la solidaridad. Esto es así hasta el punto de que la lucha colectiva por la igualdad podría constituir el segundo pilar de la organización anarquista.

La unión de los hombres y las mujeres sería por tanto una asociación federal totalmente libre, que no implica en ningún caso la renuncia a ninguno de los derechos. No consiste, por tanto, en el conocido “contrato social”, por el que cada ciudadan@ cedía a sus gobernantes su libertad, para que estos la administrasen, ni se puede seguir el modelo comunista con un estado centralizador del poder y organizador de la vida económica y política.

Son esta unión federativa libre y la democracia directa las que constituyen la forma de organización de la mayoría de las asociaciones anarquistas actuales, y es la que se debería poner en práctica en la futura estructuración de la sociedad.

3.- Contra el capitalismo

Introducción

El modelo económico capitalista ha gobernado por igual bajo las dictaduras fascistas y comunistas, y bajo las democracias parlamentarias. En las democracias parlamentarias y en las dictaduras fascistas eran empresas privadas y sociedades anónimas las que acumulaban el capital; en los regímenes comunistas era el estado el que monopolizaba el capital y el que de una forma dictatorial y totalitaria planificaba la economía del país (es lo que se viene en denominar capitalismo de estado o marxismo). Sería simplista decir que ambas formas eran exactamente iguales, si bien en los aspectos más básicos encontramos similitudes: existencia de clases privilegiadas, desigualdades sociales y explotación del trabajador@. Sin embargo el capitalismo ha encontrado en las democracias parlamentarias la forma más estable, segura y legitimada para subsistir, puesto que es ahí donde por lo menos en apariencia hay un mayor régimen de libertades, y una mayor identificación entre gobernantes y gobernad@s a través de la supuesta pluralidad que ofrecen los diferentes partidos políticos. Hoy, el capitalismo tiene uno de sus principales sustentos ideológicos en la creencia generalizada de que es el único sistema económico válido (ya que el comunismo de estado ha fracasado y la alternativa económica federalista que propone el Anarquismo no se conoce, ni hemos tenido fuerza para ponerla en práctica de modo que sirviera de ejemplo).

Un modelo económico que propicia las injusticias

Calvin Smith fue uno de los precursores teóricos del capitalismo, basándose en una concepción egoísta del ser humano opuesta a la del Anarquismo. Según él, la competitividad, el beneficio propio y el egoísmo serían los valores naturales de la persona. Utilizando el hecho de que el hombre sea así, se establece como más adecuado el modelo económico capitalista, que haría que la sociedad progresase y alcanzase mayores cotas de perfeccionamiento al competir l@s un@s con l@s otr@s.

Hoy, efectivamente, se ha implantado este modelo económico y los valores humanos que lo sustentan: competitividad, insolidaridad y beneficio propio. Y podemos ver los resultados que ha traído consigo: enormes injusticias sociales que hacen que mientras unas personas acumulan en cuentas bancarias o propiedades privadas enormes fortunas que no les son necesarias, hay otras que carecen de los más esencial para subsistir: vivienda y unos recursos económicos mínimos, o, que en el mejor de los casos obtengan lo justo a costa de trabajar 8 o más horas todos los días de lunes a viernes o más por el resto de sus vidas. Es mucha gente la que se ha quedado marginada, creando bolsas de pobreza con un nivel de vida muy bajo.

Pero también se han creado injusticias al dividir entre países industrializados y países subdesarrollados, entre países colonizadores y países colonizados, y entre ricos y pobres. Así, la política de los primeros respecto a los segundos consiste en importar materias primas a bajos precios, con estas materias primas elaborar y fabricar productos manufacturados que se vuelven a vender a los mismos países a un precio alto y creciente. Estadísticas del Banco Mundial indican que los precios de los productos básicos han bajado (café, té, cacao, cayeron un promedio altísimo en los últimos años). Esto hace que los países “subdesarrollados” se endeuden cada vez más, y al tener que dedicar todos sus esfuerzos a pagar las deudas, sus intereses y a exportar materias primas se ven impedidos a desarrollar su propia industria, viéndose obligados a crear relaciones de dependencia económica con respecto a los países desarrollados. Los banqueros saben que la deuda es impagable; en los planes económicos neoliberales diseñados por el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional o el G-7, un componente oficial es el de la privatización de las empresas estatales: líneas aéreas, carreteras, complejos turísticos, recursos naturales, bosques, industrias estratégicas... Generalmente, los inversores son extranjeros de los países “desarrollados”. A cambio pagan una parte de la deuda (así se hizo España con Aerolíneas Argentinas).

Visto esto es fácil comprender que la prosperidad de las multinacionales y de los capitalistas de los países desarrollados es posible en buena manera gracias a la explotación a la que se somete a los habitantes de los países subdesarrollados.

Instrumentos de los que se dota el capitalismo

El capitalismo se basa en la creación de sociedades anónimas que acumulan capital con el que invierten, especulan y obtienen beneficios. Así, quienes ya disponen de capital podrán obtener cada vez más dinero, mientras que quienes no lo tienen jamás podrán salir de la pobreza. Esto hace que el dinero y la riqueza se acumulen cada vez más en menos manos. Este sistema económico dispone de una serie de instrumentos que aseguran el control económico mundial. Estos instrumentos son las siguientes instituciones: Fondo Monetario Internacional (FMI), Acuerdo General sobre Aranceles y Comercios (GATT), Banco Mundial (BM), Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Organización de las Naciones Unidas (ONU), Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), así como las multinacionales y la banca. Los primeros países más ricos del mundo disponen de más de la mitad de los votos en el FMI. Los Estados Unidos de Norteamérica cuentan en esta organización con un liderazgo indiscutible. Así lo demuestra la imposición de que la sede de la institución ha de situarse en el país con más cuota, es decir, Estados Unidos de Norteamérica, y que los directores ejecutivos permanezcan en Washington. En un principio su finalidad era la de “promover la estabilidad de los cambios de divisas entre los países miembros”; a esto se añadió una función supervisora de las relaciones económicas internacionales. El FMI se configura desde sus orígenes en favor de los intereses de los acreedores, es decir, de los países ricos, y como instrumento de los mismos para favorecer las condiciones económicas que apoyan el capital internacional. Desde 1945, Estados Unidos de Norteamérica ha contado con una holgada mayoría dentro del Fondo, que en 1989 contaba con 179.433 votos, triplicando la influencia del Reino Unido de la Gran Bretaña, el segundo país más importante.

Paro

La clase capitalista es la primera interesada en que no disminuya el paro. Al haber pocas ofertas de puestos de trabajo y muchas personas en paro hace que los empresari@s puedan introducir medidas de precariedad: malas condiciones sanitarias y/o de seguridad, movilidad geográfica y/o funcional a capricho de la empresa, incumplimiento de lo pactado en los convenios, sueldos abusivamente bajos, trabajo precario, modelos de contrato que posibilitan el despido del trabajador@ con la inestabilidad que esto acarrea, etc. Habiendo tanto paro, l@s trabajador@s no pueden exigir mejoras en las condiciones, ya que si un@ obrer@ no acepta, otr@s much@s sí lo harán al encontrarse en paro forzoso y no encontrar ninguna forma digna de subsistir. El que hoy sea tan difícil encontrar un puesto de trabajo hace que muchas personas consideren como benefactora a la empresa que les ha ofrecido un puesto de trabajo precario, cuando realmente es la empresa la que se está lucrando con el trabajo de sus emplead@s.

Trabajo asalariado

Un peón de la construcción que trabaja ocho horas al día transportando ladrillos, cargando sacos de arena y cemento, haciendo masa o descargando camiones viene a ganar al mes menos que un oficial que levanta tabiques o que rasea paredes o coloca marcos. Un miembro directivo de la empresa constructora que no realiza trabajo físico sino que simplemente se encarga de hacer gestiones por teléfono o “planificar” la obra gana mucho más que ellos. Los propietari@s de la empresa, aparte de haber aportado el capital, no hacen absolutamente nada. Sin embargo, reciben beneficios millonarios. L@s empresari@s son una clase vaga y parasitaria puesto que no producen absolutamente nada. Su posición está justificada éticamente en el argumento de que aportan el capital necesario para que el negocio comience. Este argumento es la base de la injusticia comentada anteriormente mediante el ejemplo. Pero además es una estafa, puesto que es imposible amasar esas enormes fortunas que acumulan las empresas mediante su propio trabajo, sino que sólo se puede conseguir robando (bien por medios legales o ilegales). Es evidente que el capitalismo no podría perpetuarse sin el apoyo, o por lo menos el cuestionamiento, de una inmensa mayoría de la sociedad y de es@s trabajador@s que operan en sus fábricas y oficinas. A l@s capitalistas les sería imposible enriquecerse si no dispusieran de la mano de obra sumisa de sus trabajador@s asalariad@s. Hoy en día podemos pues decir que un@ trabajador@ asalariad@ forma parte del engranaje capitalista, por ello debemos cuestionar esta forma de trabajo. Sin embargo cuando no tenemos otros medios para obtener los recursos económicos que necesitamos nos vemos obligados a vender nuestra mano de obra a l@s empresari@s. No es un orgullo ni un acto a magnificar la contradicción en la que nos encontramos l@s anarquistas mientras no seamos capaces de autogestionar nuestros propios métodos de subsistencia alternativos, en los que no existen ni jefes ni diferencias entre l@s trabajador@s.

Un patrón, un ladrón; una patrona, una ladrona

En los últimos tiempos estamos viendo como, desde los medios de comunicación, se está tratando de dignificar la imagen del empresari@ mediante campañas de propaganda, sobre todo aprovechando acciones que generan condena por otros motivos, como por ejemplo los secuestros de empresarios o los intentos de extorsión. Se trata de explotar la imagen victimista, presentando al patrón@ como una honrada persona, que empezó siendo un@ trabajador@, que es querid@ por sus emplead@s y que se preocupa por crear puestos de trabajo. Es falsa la creencia de que un@ empresari@ se preocupe por crear puestos de trabajo y generar riqueza. Un@ empresari@ sólo busca su propio beneficio económico y para ello le es necesario explotar mano de obra asalariada, a la que pagará lo menos posible. Cuando por intereses personales o por los motivos que sea la empresa ya no le resulte de un interés estratégico o todo lo rentable que quisiera (según el lenguaje empresarial, déficit es obtener beneficios por debajo de lo previsto. Así, ganar 150 millones cuando lo previsto era ganar 200, es perder 50 millones), no le temblará el pulso a la hora de despedir a l@s trabajador@s y destruir puestos de trabajo. La creación de puestos de trabajo en una empresa es consecuencia de los intereses económicos del empresari@, pero no es su objetivo.

Consecuencias internacionales

Las industrias contaminantes suelen situarse en zonas alejadas de las ciudades para poder actuar con impunidad. Pero esto no quiere decir que las consecuencias de esta contaminación no las suframos tod@s: contaminación atmosférica, desechos industriales arrojados a las aguas de ríos y mares, concentración de productos químicos inflamables o explosivos que hacen correr graves riesgos al conjunto de la población, humos, contaminación acústica... La última estrategia de las grandes empresas contaminantes para que los perjuicios que producen no causen protestas ha sido la de trasladarse a países subdesarrollados. Allí, aparte de obtener mano de obra más barata (con lo cual obtienen mayores beneficios) han degradado hasta el extremo el medio natural contaminando las aguas, explotando el suelo dejándolo sin recursos mineros, agravando los peligros naturales al alterar el ecosistema (la naturaleza no solamente es beneficiosa, sino que oculta graves peligros para el ser humano, por organismos patógenos desconocidos para la ciencia al penetrar excesivamente en el medio tropical, por ejemplo) y degradando el espacio rural tradicional. En algunos casos límites, como el de la Amazonia, esto está suponiendo además la destrucción de pueblos y culturas indígenas, bien por su desaparición real bien por su colonización cultural e ideológica.

4.- Estado y aparatos de poder

Introducción

Desde que los hombres y mujeres comenzaron a agruparse en grandes comunidades de personas, resultó evidente que era necesaria una manera de organizar la vida en común de los individuos, para establecer la posibilidad de reparto del trabajo, relaciones comerciales, orden de la vida pública, etc. Comenzando en las primeras civilizaciones, esta forma de organización sólo ha tenido un nombre: estado.

Éste consta de tres elementos básicos, según el concepto que se maneja desde el siglo XVI: un pueblo, un territorio y un ordenamiento superior. Estos tres componentes, en teoría equiparables, a la hora de la práctica han resultado distanciados y, en muchos casos, opuestos. En realidad ese ordenamiento superior ha sido el que ha encarnado al estado, gobernando por la fuerza el territorio y oprimiendo al pueblo bajo el pretexto de salvaguardar su seguridad y regir su convivencia. A pesar de que todas las formas de gobierno se pueden agrupar bajo este nombre genérico de estado, con el denominador común de que éste ejerce una acción centralizadora del poder y escasamente democrática, lo cierto es que se puede entender el estado de diferentes maneras.

Para Hobbes, consistía en el sometimiento a un monarca, cediéndole todos los derechos para obtener seguridad. Locke proponía un estado representativo, donde el pueblo sometía sus derechos a dicho estado para que éste guardara su seguridad y sus bienes. En un supuesto paso adelante, Rousseau proponía el contrato social, por el cual los individuos renuncian a parte de sus derechos en beneficio de la voluntad popular.

Teorías posteriores han orientado las ideas del estado en cuatro líneas principales:

-Estado liberal: su finalidad es garantizar las libertades individuales, y la correcta explotación de los recursos económicos.
-Estado democrático: une las ideas anteriores con una preocupación especial por la igualdad de derechos y oportunidades de l@s ciudadan@s.
-Estado socialista: basado en las ideas de Marx, intenta suprimir el espíritu de clase de los estados capitalistas, y propone la colectivización de los bienes. Según el propio Marx, el estado está destinado a desaparecer a medida que se asiente la organización comunista de la sociedad.
-Estado ético: nace de las teorías de Hegel. Se busca la uniformización moral de la sociedad, aunque para ello haga falta asumir criterios totalitarios.

Como se ve, todos los modelos expuestos se basan en unas ideas preconcebidas, que pretenden imponer al pueblo una forma de organización social. Por supuesto, dada la inercia que acostumbran a tener las sociedades asentadas, no resultaría fácil cambiar la mentalidad del pueblo si se quiere cambiar la idea de estado. Desde un punto de vista anarquista, se debe proceder a la educación gradual en la conciencia libertaria; para un gobierno, la forma de vertebrar los cambios, las relaciones interpersonales entre el estado y los individuos que lo componen, sea cual sea el tipo de estado al que nos referimos, es la utilización constante de los llamados aparatos de poder.

Monarquía

La existencia de la figura del rey está justificada en la enorme aceptación popular que tiene.

El rey viene impuesto directamente por descendencia familiar. La monarquía por lo tanto no es democrática, pues no se puede poner o quitar, o elegir entre diferentes candidatos.

El monarca no trabaja, no produce absolutamente nada, genera unos gastos multimillonarios (sueldo, protección personal, vacaciones, viviendas, viajes oficiales...) que proceden de los impuestos que pagan l@s ciudadan@s.

Por ser una figura parasitaria e inútil, por ser una institución jerarquizada que crea diferencias entre él y su familia por una parte, y las personas que no gozan de sus privilegios por otra, por estar designado por el franquismo y defender en la actualidad los intereses de la clase dominante; por todo esto l@s anarquistas debemos posicionarnos por la abolición de esta figura.

Las instituciones como forma de organización social

El estado propone a la ciudadanía una forma de participar en la vida pública y en la toma de decisiones que nos afectan directamente (cuánto se debe pagar por impuestos, cómo distribuir ese dinero, por dónde debe pasar una carretera, dónde declarar una reserva natural, dónde crear zonas verdes, qué horario de cierre deben tener los bares, dónde se puede fumar o no...) a través de ayuntamientos, parlamentos autonómicos y estatales, congresos y senados. Todas estas son estructuras poco transparentes, burocráticas y en las que la información y la toma de decisiones están reservadas a unos pocos.

Estos y otros motivos hacen que much@s ciudadan@s se desinteresen de los asuntos anteriormente citados y que pasen de política. Otr@s delegan en l@s polític@s profesionales a l@s que han votado para que realicen por ell@s la actividad política procedente.

L@s anarquistas nos oponemos a las instituciones como forma de organización social, y proponemos un modelo opuesto, basado en la participación directa de l@s ciudadan@s en estructuras asamblearias donde tanto el poder de decisión como el acceso a la información sea igual para tod@s. Esta postura conlleva una denuncia del proceso que se sigue para elegir a quienes deben gobernarnos: las elecciones.

Elecciones

Los diferentes comicios electorales tienen una función: que diversos partidos políticos que en un principio representarían diferentes opciones, compitan entre sí para obtener el poder en ayuntamientos, gobiernos autonómicos, parlamentos, etc. La democracia parlamentaria tiene su razón de ser: permite dirigir la vida política hacia la derecha o izquierda, tolera variar pequeñas leyes y ciertos aspectos sociológicos. Además supone la obtención de privilegios y centros de decisión para aquell@s que alcanzan el poder. La existencia de varios partidos tiene por objeto conseguir integrar al máximo número de personas (gobernantes y oposición) en un sistema de confrontación política con unos cauces de lucha preestablecidos (la confrontación electoral y las elecciones como medio para obtener y ejercer el poder como fin).

Sin embargo, la democracia parlamentaria no permite obtener una sociedad formada en base a la igualdad entre los miembros que la componen, sin privilegiad@s, sin diferencias entre poderos@s y trabajador@s asalariad@s, y sin desigualdades sociales, pues estas democracias parlamentarias se asientan precisamente en la creación de centros de poder y de jerarquías con poder de decisión.

Por otra parte, la democracia parlamentaria es democrática para quienes participan en ella según sus reglas, pero ataca con violencia (legal o ilegal) a quienes la cuestionan, aunque sea siguiendo métodos éticos o pacíficos (que no legales).

La democracia parlamentaria es impositiva, pues se basa en la relación mayorías-minorías. Uno o varios partidos políticos que posean el 60% de los votos pueden imponer, y de hecho impone, las leyes y la política económica y social que elabore al 40% restante. No hay que olvidar que nunca vota el total de ciudadan@s que componen el censo electoral, o sea, hablaríamos del 60% de los votos emitidos, con lo cual la imposición es más flagrante. Hoy en día las diferentes opciones políticas no pueden competir en igualdad de condiciones. Para presentarse a unas elecciones hacen falta elevados recursos económicos -propaganda, estructuras, liberad@s...- que l@s capitalistas sólo conceden a partidos políticos que no hagan peligrar sus intereses.

L@s anarquistas nos negamos a participar en sus elecciones porque no queremos conquistar el poder, sino destruirlo. La acumulación de poder en un grupo reducido de personas permite, e inevitablemente a lo largo de la historia ha conducido a la corrupción, a los abusos de poder y al intento de l@s gobernantes de perpetuarse en su situación privilegiada aun a costa de ir en contra los intereses de la ciudadanía. Así, jueces, policías y polític@s que en teoría deberían ser l@s defensor@s de las leyes y de los derechos de las personas, son l@s primer@s que la vulneran con total impunidad, y l@s que con su complicidad permiten e incluso crean por propia iniciativa redes de prostitución y corrupción de menores, de tráfico de drogas y armas, obtienen comisiones por facilitar información, contratas de obras públicas, trabajo, etc.

El interés de que las personas se autoorganicen y tomen conciencia de sus propios problemas se contrapone con la participación en unas instituciones jerarquizadas, en donde quienes alcanzan el poder automáticamente gozan de privilegios, donde las actividades vienen ordenadas desde arriba y donde l@s ciudadan@s tienen pocos métodos de participación aparte de votar cada 4 años. ABSTENCIÓN ACTIVA: Mantenemos una postura de abstención activa, pues el simple hecho de no votar no sirve prácticamente para nada. El gobierno puede asimilar perfectamente un 30, un 40 o un 55% de abstención. No votar por pasotismo, sin desarrollar otro tipo de actividades políticas que tengan por objetivo cambiar el sistema, es colaborar por pasiva con el gobierno.

La abstención que nosotr@s proponemos debe ir acompañada de la militancia en organizaciones no jerarquizadas, en las que las propuestas, los debates y las resoluciones se tomen entre tod@s, sin diferencias, de forma asamblearia. LA RESPONSABILIDAD DE L@S ELECTOR@S: Quien vota debe asumir lo que durante esos cuatro años hagan l@s polític@s a quienes ha votado. Quien vota está otorgando su poder de representación y de decisión a un partido político profesional, por lo tanto no tiene derecho a protestar.

Votar es dar un cheque en blanco durante cuatro años. En este tiempo, el partido gobernante podrá hacer la política y los abusos consiguientes que él desee, con el justificante de que un número determinado de personas le ha votado, y que él les representa. Los demás consiguen enriquecerse aunque no gobiernen, mediante empresas nacidas con el dinero que proviene del contribuyente que les de el estado.

Desde dentro no se puede cambiar el sistema

L@s anarquistas ni ponemos en duda ni aceptamos que haya partidos políticos con verdadera voluntad de corregir las desigualdades sociales mediante la llegada al gobierno. Decimos que son las propias estructuras de gobierno las que no son válidas para cambiar nada y las que corrompen. El discurso de aquellos partidos políticos que dicen que desde dentro del sistema se pueden hacer grandes cambios e incluso revoluciones sociales es falso.

No son los partidos quienes hoy dirigen la vida política mundial, sino la clase capitalista internacional (FMI, BM, GATT, etc.), y los poderes fácticos de cada país (ejército, policía, servicios secretos, clero...) Son ellos quienes imponen las pautas de comportamiento políticos y económicos a seguir. Los partidos son meros gestores del capitalismo. Si un partido fuera un verdadero peligro para estos elementos citados, estos poderes en la sombra no dejarían que accedieran al poder vetándoles económicamente (retirada de subvenciones por parte del gobierno), informativamente (mediante los principales medios de comunicación que están controlados por los grandes grupos económicos), e incluso mediante medidas represivas más violentas. Si aún este partido político consiguiera alcanzar el poder, los límites legales de actuación están preparados para que no se puedan operar grandes cambios.

Contra todo esto, nosotr@s defendemos que la gestión de los recursos económicos y el diseño de la política social debe decidirse por el propio pueblo siguiendo métodos verdaderamente democráticos y por lo tanto asamblearios, donde sea la propia ciudadanía sin delegar en polític@s profesionales, la que con su autosuficiencia haga innecesaria la existencia de cúpulas que han demostrado que no sirven para resolver los problemas que afectan a la sociedad.

Aparatos de poder

Una vez comprobado el hecho de que todos y cada uno de los regímenes gubernamentales y socioeconómicos que ostentan el poder en cualquier país no son capaces de satisfacer los deseos generales del individuo; una vez comprobado que aunque intentes o afirmen intentar conseguir la igualdad de los individuos derivan de forma inevitable en desigualdades cada vez más acentuadas; una vez comprobado que incluso aquell@s que se consideran más respetuos@s con la libertad de las personas conllevan unas limitaciones de la misma imposibles de pasar por alto, cabría preguntarse: ¿cómo consiguen mantenerse?, ¿cómo es que no se vienen abajo por sus propias incongruencias?

Una amplia parte del pueblo se identifica ideológicamente con el poder, sin embargo no podrían mantenerse sin la presencia permanente en la vida social de los que llamamos aparatos del poder, como son la policía, el ejército, la judicatura... No pretendemos decir que con ellos se consigue la calma, sino más bien lo contrario, se llega a un equilibrio inestable impuesto por la fuerza, a una paz basada en la amenaza.

Policia

La policía ha sido tradicionalmente la fuerza encargada de gobernar la vida interior en los estados, en estrecha colaboración con el ejército en determinadas ocasiones y determinados lugares.

De cualquier manera, no debemos olvidar que siguen siendo mercenari@s que defienden el orden que desde los mandos se considere oportuno, sin pensar en posibles contradicciones con aquello que anteriormente habían defendido a ultranza. Teóricamente la existencia de la policía tiene por objeto defender a la ciudadanía de aquellas personas que atacasen sus intereses infringiendo la ley. Ignorando el hecho de que vulnerar la ley no es sinónimo de injusticia, y que las leyes no siempre son justas por ser leyes, es evidente que las fuerzas de seguridad del estado (FSE) nunca han puesto el mismo interés en perseguir la delincuencia común y los delitos políticos. Los servicios secretos (CESID) están orientados claramente a combatir movimientos políticos contestatarios.

En cualquiera de los casos su cometido principal ha sido mantener a raya los deseos de las clases menos favorecidas, que en realidad son los que les han mantenido y equipado con los frutos de su trabajo.

Hoy por hoy, la policía es la encargada de controlar a la ciudadanía, pero no hay ningún instrumento que se haya revelado en la práctica válido para defender a la ciudadanía de los excesos de la policía. No son pocas las ocasiones en que las fuerzas policiales han quebrantado la ley que dicen defender, para convertirse en focos de corrupción o para llevar a cabo actuaciones que viniendo desde un organismo del estado son derecho, y que si vinieran desde el individuo constituirían un delito; así, represiones brutales, amenazas, torturas, violaciones y asesinatos llevados a cabo por las fuerzas del orden están a la orden del día en todo el mundo, a pesar de que sean silenciadas por ellos mismos, por el miedo de las víctimas y por la complicidad de la prensa oficial. Pese a cualquier protesta o actitud contestataria, siguen y seguirán usando la fuerza, ignorando que la única forma de defender la libertad es con la propia libertad.

Ejercito

Aparte de la ya mencionada posibilidad de intervención interior del ejército, con más crueldad y medios si cabe que la policía en su interés por imponer la disciplina, la principal ocupación del ejército es la de mantener la unidad del territorio gobernado por el estado, defender o ampliar unas fronteras ficticias que separan a los pueblos, y defender sus intereses económicos más allá de esas fronteras.

Sea cual sea la situación, el ejército considera siempre que reivindicar la libertad es un acto de rebelión, incluso en el interior de sus filas, y por ello impone un orden absurdo e instaura nuevas castas que conducen a una disciplina brutal y a la formación de individuos automáticos y carentes de personalidad.

A menudo, los ejércitos utilizan para actuar pretextos tan absurdos como los de defender la seguridad nacional de enemigos inexistentes, velar por las libertades en algún país o, paradójicamente, llevar a cabo acciones humanitarias. Sin embargo, esto no son más que excusas para probar armas, defender intereses políticos o económicos, aumentar la influencia de un país en determinadas áreas, etc. Estas farsas no resultarían creíbles sin el apoyo de la prensa, del escaso interés de la población y de determinadas organizaciones teóricamente destinadas a resguardar los derechos internacionales, pero marcadamente instrumentalizadas y controladas por algunas potencias militares y económicas (por ejemplo, la ONU, controlada por EEUU y las principales naciones europeas).
Resulta preocupante la falta de interés general de la sociedad frente a la existencia de los ejércitos, teniendo en cuenta la información de que se dispone, procedente sobre todo de colectivos antimilitaristas y medios de información alternativos.

Se invierten en el desarrollo de tecnologías militares y en el mantenimiento de las fuerzas armadas cantidades de dinero que no pueden ser reveladas por ningún gobierno -alegan razones de seguridad, secreto de estado...-, muy superiores, por ejemplo, al 0’7 del producto interior bruto (PIB) que se reclama como ayuda al tercer mundo y que casi ningún gobierno ofrece.

En los ejércitos de reemplazo, las fuerzas, en contra de lo que pretenden, no están en absoluto capacitadas. Además, su existencia deriva en respuestas sociales de oposición, resueltas mediante la represión judicial.

Aún hoy son más peligrosos los ejércitos profesionales porque tienen mayor potencial, es más fácil que intervengan y tienen un mayor desprecio por la vida de sus soldados porque genera mayor rechazo social la muerte de soldados de reemplazo.

En cualquiera de los casos, sin embargo, no se debe dejar de lado el hecho de que quienes están detrás de los ejércitos son l@s más privilegiad@s, cuyos intereses son los que se defienden, a pesar de que ell@s nunca lucharán, sino que enviarán a la guerra a un ejército de pobres o engañad@s con promesas patrióticas o religiosas.

Justicia

Ésta es, sin ninguna duda, la institución tradicional donde más se aprecia la hipocresía del sistema. Investigan, ordenan, rebuscan y emiten veredictos en nombre de una pretendida justicia que en realidad no refleja más que el deseo de controlar y juzgar que tiene el poder establecido. No podemos olvidar el hecho de que quienes dictan las normas lo hacen a su conveniencia, y a menudo esta difiere en gran medida de los deseos de la sociedad (insumisión, aborto, etc.), y difiere también de lo que l@s anarquistas consideramos auténtica justicia e igualdad de derechos/obligaciones. Como, además, los jueces son elegidos por el poder y nunca por la ciudadanía, las posibilidades de corregir en los tribunales los errores de la ley escrita son muy escasas.

Por otro lado, cabría analizar la efectividad de este sistema, el de premio/castigo, ni adecuado para la educación infantil ni válido para gobernar el comportamiento de una sociedad adulta. Todo se basa en suponer, por una parte, que el nivel moral se mantendrá gracias a la presencia de l@s jueces -que pueden ser, en sí, tan corrupt@s como el peor de l@s delincuentes-, y por otra que la posibilidad de la condena reduce el número de atentados contra la ley; la verdad, sin embargo, es que por las penas no se disminuyen los delitos, y que aunque éstas se redujeran no habría más delincuentes.

En cualquier caso, la postura de l@s anarquistas no debe ser la de rebelarse contra la ley, sino la de negar su propia validez, por su origen opuesto a la auténtica democracia, y negar el derecho a juzgarnos que parece tener el sistema y la sociedad en general. No podemos olvidar que en la concepción anarquista del ser humano está implícita la idea de la justicia, y que en una sociedad organizada según los principios libertarios, en la que tod@s tomáramos partido, no habría necesidad de jueces ni carceler@s.

Medios de comunicación

No son uno de los aparatos de poder propiamente dichos, pero es evidente que los grandes grupos de comunicación occidentales se están adueñando de parcelas de poder cada vez más grandes, haciendo uso de la amplia repercusión que sus actividades y noticias tienen en la sociedad y de su facilidad de contactar con la opinión pública a través de los llamados medios de comunicación de masas o mass media. Aunque la aparición en escena de periódicos importantes y cadenas de televisión nacionales se produjo hace tiempo, ha sido en esta última década cuando, debido a la liberalización de las diversas redes de comunicación, han aparecido nuevos medios, cuya posesión o control, resultan enormemente interesantes para todo aquel que pretenda jugar un papel en la vida de un estado o de una comunidad.

Por supuesto, la lucha por un hueco en ese mercado se ha producido de forma desigual. L@s grandes empresari@s y las grandes compañías estaban en situación de proponer ofertas y aliarse de forma que no hubiera ninguna posibilidad para aquell@s interesad@s con menor poder económico y, obviamente, para los llamados medios de comunicación alternativos, que siguen enfrentándose a la falta de recursos, la escasez de lector@s o audiencia y a las dificultades ocasionadas por la competencia de los medios privados y estatales.

En cualquier caso, deberíamos preguntarnos si esta teórica multiplicación de las fuentes de información puede resultar beneficiosa para la sociedad, si puede contribuir a su mayor educación, formación o concienciación.
La realidad es que la calidad de las emisiones o publicaciones de estos medios poco se diferencian de aquellas a las que nos tenían acostumbrad@s los medios oficiales y, lo que es más grave, pese a que con frecuencia intentan ofrecer una cara más amable y una imagen de independencia, son tanto o más tendenciosos que éstos, dependiendo sus inclinaciones del empresari@ mayoritari@ que las controle; el peligro es, sin duda, el hecho de que ese posicionamiento pueda permanecer oculto a los ojos de la sociedad, y se creen estados de opinión politizados bajo el disfraz del apoliticismo.
De cualquier manera, no hay razón para considerar como distinto a ninguno de los medios mayoritarios desde el punto de vista anarquista, puesto que con mayor o menor énfasis, todos y cada uno de ellos apoya el mantenimiento de las estructuras existentes, que por otra parte son las que les han llevado a su situación de prestigio; todos silencian las injusticias excepto si el hacerlo contribuye a mejorar su imagen pública; y todos propician, de manera más voluntaria de lo que pudiera parecer, el aislamiento de las personas, la tendencia reaccionaria de determinados colectivos y en general el escaso compromiso que impera en nuestra sociedad.

5.- Nacionalismo

Los nacionalismos basan su discurso en la creación de un ámbito territorial diferenciado por factores que varían según cada caso: la cultura, la raza, las costumbres sociales...

Hoy en día, ningún pueblo de Europa tiene diferencias socio-políticas marcadas respecto a otro. Aunque existan diferencias culturales, l@s anarquistas no creemos que fuesen motivo para pensar que puedan dar lugar a un marco autónomo para la lucha de clases.

Ser nacionalista es contradictorio con los intereses de clase, pues los nacionalismos tienden a la unión con sus iguales olvidando las antagónicas contradicciones que existen en el seno de sus pueblos: entre poderos@s y marginad@s, represor@s y reprimid@s, empresari@s y obrer@s, etc. Ser nacionalista no marca pautas de comportamiento a sus miembros; así, puede ser nacionalista tanto un policía como un cura, un fascista o un izquierdista. Nuestra ideología no se basa en la identidad nacional, que l@s nacionalistas elevan a la categoría de principio, sino en la relación de las personas con los aparatos del poder.

Creemos que los marcos de lucha se deben establecer a nivel estatal, no porque reconozcamos que el territorio gobernado por un estado sea nación, sino porque todos los pueblos que viven bajo su dominio tienen un enemigo común: el mismo estado; así, el estado español oprime por igual a catalan@s, madrileñ@s, extremeñ@s o vasc@s, y por tanto la forma más conveniente, lógica y racional de organizarse debe efectuarse entre estas personas de igual a igual.

Cuando la clase capitalista y los diferentes estados están organizados a nivel internacional, más práctico que dividir es organizarse a nivel estatal, más ético que crear nuevos intereses es destruir los ya existentes.

Es falso que l@s nacionalistas pretendan obtener la libertad de un pueblo oprimido. Todo nacionalismo es centralista, pues supone que todas las ciudades, pueblos y personas que estén situadas geográficamente dentro de esta nación quieren estarlo, negándoles a su vez todo deseo de independencia.

En la mayoría de los casos, tras los diferentes tipos de nacionalismo se oculta la misma pretensión: conseguir el poder. Es demagógico el discurso que pretende la presencia de una potencia ocupante sobre un pueblo oprimido. La integración de Euskal Herria, como la de Cataluña u otros pueblos en el estado español viene dada por motivos no ajenos al propio pueblo oprimido, como son la delegación de buena parte de la ciudadanía en sus líderes políticos. L@s nacionalistas no pretenden cambiar las formas de organización social, no pretenden poner fin a los medios represivos, a los ejércitos ni a la clase capitalista. Lo único que pretenden es instaurar todos estos elementos bajo una nueva nacionalidad. Por tanto, es conveniente decir que ningún nacionalismo traerá cambios reales, excepto la nacionalidad del opresor@.

6.- Religión

Desde las primeras civilizaciones han aparecido constantemente religiones y divinidades que, frente a lo que comúnmente se acepta, han producido más enfrentamientos, tensiones y retrasos para el avance de la humanidad que los beneficios que han reportado o pudieran reportar en el futuro. Lo sorprendente es que, si bien en un principio se evolucionó desde el politeísmo y los dioses tomados de la naturaleza (sol, luna...) hacia el monoteísmo, posteriormente no se haya superado esa situación, para pasar al verdadero dominio, por parte del individuo, de su propio destino, haciendo frente a los interrogantes que se pueden plantear mediante el uso de la razón. Desde luego, contra estos dioses, mucho más abstractos que las fuerzas de la naturaleza, es más difícil luchar, precisamente por estar más alejados del mundo.

Volviendo a esos interrogantes que mencionábamos, desde luego la duda que más ha preocupado a los seres humanos, y lo sigue haciendo, es la posibilidad de una vida después de la muerte; es en respuesta a este problema en lo que se han basado las religiones a la hora de extender su poder en los pueblos, ofreciendo unos argumentos tan cercanos a lo que quiere oír quien que no se resigna a desaparecer como poco convincentes para quien no niega lo inevitable.

Bajo esta falsa careta de liberadoras, las numerosas iglesias han germinado ocultando la realidad o más bien transformándola en su provecho ante los ojos de los fieles, que sin embargo no parecen percatarse de nada.

Así, mientras el tiempo y el mundo siguen adelante, llegando en muchos casos a situaciones de otra forma insostenibles, los creyentes dirigen sus plegarias impotentes hacia objetos inertes o hacia el cielo vacío para no obtener jamás una respuesta. Ahora bien, no content@s con engañar a tod@ el que se presta a ser engañad@, una característica común a las religiones es el deseo de imponer sus ideas, haciendo uso de la fuerza si es necesario y bajo el pretexto de defender los intereses de un ser superior, a cualquier bien o persona que se pueda dañar en la tierra. Como ejemplo, no hay más que recordar las guerras que se produjeron durante siglos entre la cristiandad y el Islam, y los numerosos conflictos que siguen surgiendo hoy día con trasfondo religioso. Esto se debe a que no existe en los religios@s una mentalidad abierta, sino que cada un@ intenta, desde su descarada prepotencia, buscar su propio bien sin pensar en el de los demás, haciendo gala del despotismo de los dogmáticos y de una ortodoxia siempre necesaria para evitar fisuras en sus estructuras de poder.

Incluso hoy día, est@s autodesignad@s emisari@s de Dios se permiten llamar animales o anormales (según el clero, todo lo que no entra dentro de su moral no es normal) a aquellos que afirman encontrar sentido a su vida sin necesidad de recurrir a fantasmas teológicos; utilizan a menudo argumentos carentes de lógica, citando a personas famosas como si con ello probaran de una vez por todas sus mentiras, y presentan verdades sólo obvias para aquell@s que les apoyan.

Y en cuanto a es@s creyentes sincer@s que no buscan el beneficio propio, no debemos considerarl@s inofensiv@s, puesto que sin su inocencia y su incondicional propensión a creer, en ningún momento habrían tenido una oportunidad l@s que buscan únicamente afianzar su situación personal.

Centrándonos en la iglesia católica, que es la que nos resulta más cercana, hay que decir que sin duda destaca por ser el caso más exagerado de doble moral. Por un lado aspiran a crear un mundo de igualdad y amor en el que tod@s tengamos cabida e idolatran a un pacifista en quien ven al hijo de dios. Sin embargo, en realidad, la iglesia católica se ha comportado como uno de los centros de poder, acumulando riqueza y organizando la sociedad en su beneficio desde casi los tiempos de su fundación. Por otra parte, el bien que han podido hacer, ¿cuál ha sido? En ningún momento ha luchado por cambiar las cosas; al contrario, ha sido la fuerza más reaccionaria en la mayoría de las ocasiones. Se enorgullecen de haber sido l@s que en la edad media mantuvieron la cultura, pero si se piensa bien, fue justo lo contrario; en primer lugar, destruyeron la mayor parte de las bibliotecas y el arte pagano que nos podría haber llegado de la antigüedad; obstruyeron de forma clara y reiterada el avance de la ciencia hasta mucho después de pasada la edad media y, mientras ell@s si que guardaban en sus monasterios libros y arte, no se preocupaban en absoluto de que el pueblo fuera explotado y oprimido de forma que sólo pudiera trabajar, y en ningún caso adquirir esa cultura que decían salvaguardar.

Respecto a la igualdad, se ha visto en numerosas ocasiones que Roma se ha posicionado al lado de la nobleza y de las clases privilegiadas, colaborando por tanto a mantener y aumentar las diferencias existentes entre las clases sociales. Podemos acusar a la iglesia, por tanto, de haber sido una institución situada permanentemente al servicio de l@s privilegiad@s, instigadora de las desigualdades entre hombres y mujeres.

Por fin, se habla de paz y respeto a la vida, y en realidad no son pocas las personas ajusticiadas a la luz de sus escrituras, ni pocas las veces en que han llenado la tierra de sangre en nombre de dios.

Se debe destacar, por último, que a nivel individual la mayor parte de l@s cristian@s son tan belicos@s como sus dirigentes, y con frecuencia más corrupt@s, aceptando sin ningún problema las bases del capitalismo, que debería ser opuesto a su ideología. En realidad, l@s anarquistas tenemos en ell@s a un@s de nuestr@s más acérrim@s enemig@s, sólo por el hecho de que usamos la palabra ateísmo como uno de nuestros principios básicos. La forma más obvia de luchar contra esa iglesia, que cada vez se separa más de las tendencias de la sociedad, es precisamente agrandar esa separación, destacando sus incongruencias y su hipocresía, y enfrentando los intereses de la masa social con los de la Roma monolítica.

7.- Mujer

Siempre hay alguien más oprimido que el obrero: la mujer del obrero. Tradicionalmente, las mujeres hemos estado subyugadas al poder de los hombres, tanto en las civilizaciones occidentales como en otras.

La mujer era la que procreaba; se debía quedar cuidando a sus hij@s, haciendo trabajos domésticos o tareas que no la alejasen de su hogar, como por ejemplo cuidar las huertas. El hombre, que tenía la cualidad de tener mayor fuerza, salía fuera de casa a cazar y procurar alimento. Fruto de esto, se crearon unas relaciones hombre-mujer en las que el primero consideraba a la segunda como un mero objeto de reproducción de la especie, una criada que hacía las tareas de la casa, y un objeto para su desahogo sexual. La mujer tenía un papel de dependencia respecto del hombre, que dejó de considerarla como una persona de igual a igual.

Actualmente algunas mujeres nos hemos integrado en el mercado laboral, y no consideramos el tener hij@s como un deber primordial. Sin embargo, muchos hombres, no queriendo renunciar a sus privilegios y también -por qué no decirlo- muchas mujeres que no se rebelan ante su condición, posibilitan situaciones de discriminación con respecto a la mujer. Sin embargo, muchos hombres, no queriendo renunciar a sus privilegios, no han cejado en su postura de dominio sobre la mujer. Las consecuencias de esto se pueden ver a muchos niveles: discriminación de la mujer en el trabajo, maltratos familiares, intentos de relegarnos a puestos de tareas domésticas, utilización de nuestros cuerpos como meros objetos sexuales despreciando nuestros sentimientos y nuestras cualidades humanas, desprecio de nuestra valía para realizar labores que tradicionalmente han realizado los hombres...

Hoy, las formas de opresión son menos claras que en otros tiempos, se han utilizado y pocos hombres son los que se consideran machistas. Sin embargo, el machismo es una conducta mayoritaria y latente en nuestra sociedad.
La única solución que existe para luchar contra esta lacra es la concienciación de las propias mujeres, nuestra organización, el no crear hábitos de dependencia económica, la defensa estricta de nuestros derechos en todos los ámbitos que nos rodean: hogares, lugares de trabajo, grupos, en la calle, y, por supuesto la educación en igualdad.

Por último, recalcar la idea de que esta lucha no se trata de un enfrentamiento entre sexos, como proponen algunas organizaciones feministas de dudoso carácter progresista, sino de lograr entre tod@s la convivencia sin desigualdades entre hombres y mujeres.

¿Qué pasa con el aborto?

La teoría aceptada por toda corriente reaccionaria en general, según la cual la mujer es un ser subyugado al hombre y cuya tarea principal es la de dedicarse al hogar y a tener hij@s, tiene una de sus más evidentes expresiones en el tema del aborto.

De comportamiento claramente dictatorial se puede calificar el hecho de que terceras personas quieran negar a las mujeres el derecho a decidir sobre su propio cuerpo. Tener un@ hij@ es un acto que afecta a la mujer directamente. Para empezar, es la mujer quien tiene que llevarlo encima nueve meses. Sobre la mujer recae la mayor parte de los cuidados, la educación, la atención, la responsabilidad, el tiempo a dedicarles y en ocasiones hasta la obtención de los recursos económicos. Nadie mejor que la mujer sabe qué quiere hacer con su vida y con su cuerpo.

Últimamente asociaciones como Pro-Vida (con vinculaciones a la organización nacional-católica Opus Dei) u otras que están en contra del aborto disfrazan su ideología bajo el argumento de defender la vida del niño (siempre se olvidan de mencionar a la niña). Olvidan que hasta los tres meses sólo es un embrión en el cuerpo de la madre.

Ell@s dicen que ven el acto sexual como un fin para tener hijos (aunque los hechos se encarguen de demostrar que esta teoría va contra la biología humana: un 95% del clero se masturba, un 60% mantiene relaciones sexuales con otras personas -de ell@s el 53% con mujeres adultas, el 21% con varones adultos, el 12% con mujeres menores y el 14% con varones menores-, el 26% soba a menores, y el 7% abusa gravemente de menores). Los datos han sido extraídos del libro “La vida sexual del clero”.

Nosotr@s vemos la sexualidad como un medio para llegar a ser personas adultas, sanas y psicológicamente maduras; como un medio para comunicarse con la (s) otra (s) persona (s), lograr intimidad, obtener placer, relajarse, liberarse del estrés y por lo tanto ser mujeres y hombres felices. Esto implica que las relaciones sexuales sólo servirán también para tener un hijo o una hija cuando las personas interesadas lo decidan.

No podemos creer que estas organizaciones que hemos citado anteriormente sean sinceras cuando dicen defender la vida. Su doble moral queda demostrada cuando se centran en el anti-abortismo (que resta libertad a la mujer) y se olvidan de que niñas y niños son maltratad@s en el hogar familiar, del exterminio de l@s niñ@s de la calle en los países sudamericanos, del secuestro destinado al tráfico de órganos infantiles o de las condiciones de trabajo inhumanas a las que son sometid@s en los países mal llamados del tercer mundo, o cuando en los países subdesarrollados defienden políticas de descenso de la natalidad mientras que en los desarrollados propugnan justamente lo contrario. Esto nos hace pensar que su postura responde a otro tipo de intereses que nada tienen que ver con lo humanitario.

Como en casi todo en este mundo, en el tema del aborto hay mucha hipocresía; así, quienes están en su contra suelen aceptar sin ningún tipo de duda la pena de muerte como castigo de ciertos delitos o han ido a abortar a países donde el aborto está legalizado, rompiendo esos criterios morales que parecían tener tan asumidos.

¿Y el patriarcado?

Está omnipresente en nuestra sociedad. Es la relación según la cual el hombre trabaja y la mujer depende económicamente de él, cuida de l@s hij@s y hace las labores de casa.

Hoy muchas mujeres tienen una fuerte sumisión con respecto al hombre, con las consecuencias funestas que esto acarrea. Mientras no combatamos las actuales relaciones familiares basadas en el patriarcado, no podemos decir que luchamos por conseguir una sociedad en iguales condiciones entre los hombres y las mujeres.

8.-Libertad sexual

Desde siempre, l@s que han detentado el poder, especialmente las religiones, han impedido el libre desarrollo sexual de los individuos con los más irracionales argumentos, con el objetivo de crear personas reprimidas e inmaduras, y por tanto sumisas a la autoridad.

Pero no sólo desde las altas instancias se ha reprimido la sexualidad. La fuerza más reaccionaria ha sido la propia inercia social, y en ese juego caímos también l@s anarquistas.

Un claro ejemplo fue la posición del anarquismo frente a la homosexualidad. Se consideró, siguiendo la opinión predominante a principios del siglo XX, que ésta tendencia sexual era una desviación, aunque no se adoptaron posturas intransigentes.

Frente a esto, l@s anarquistas defendemos que todas las personas tienen el derecho a disfrutar libremente de su sexualidad de la manera que crea más conveniente, siempre y cuando entre las personas medie el libre acuerdo, sin cometer el error de prejuzgar ninguna opción sexual ni de relaciones interpersonales.

9.-Ecología

El sistema económico capitalista instaura un modo de desarrollo que destruye la relación de respeto entre el ser humano y la Naturaleza, e induce a las personas a consumir más de lo necesario, utilizando los limitados recursos del planeta de una forma innecesaria e insolidaria, ya que quienes más tienen son quienes más consumen. Para obtener mayores beneficios, las empresas no dudan en utilizar métodos de fabricación que contaminan el medio ambiente, dañándolo de una forma irreversible.

Por ello, vemos que la defensa de la ecología no puede ir separada de una crítica global del sistema capitalista y del ofrecimiento de unas formas de producción y consumo más acordes con la Naturaleza.

Sin embargo, sería demagógico achacar todos los males a este sistema económico, pues buena parte de las responsabilidades la tenemos l@s ciudadan@s de a pie, que con nuestras actitudes y nuestros comportamientos somos los receptores de esta forma de producción. No podemos dejar para después de la Revolución las medidas a tomar.

Es necesario complementar medidas de fondo en la lucha contra el sistema económico capitalista con medidas más tangibles que se puedan realizar hoy y aquí, y que afectan a nuestra responsabilidad personal, como son el no consumir productos innecesarios, el reciclar la basura que producimos (cartón, papel, vidrio, pilas...), no derrochar agua ni fuentes energéticas, consumir lo menos posible productos que dañen a la Naturaleza, denunciar la política de empresas que destruyen la Naturaleza, como las madereras, etc.

Por último, recalcar que la lucha a favor de la ecología debe estar presente en cualquier anarquista, porque la destrucción del medio ambiente supone un grave atentado contra la colectividad.

10.-Drogas

Droga es toda sustancia con efectos sobre el cuerpo y la mente, pudiendo o no producir dependencia física. El uso de las drogas debe ser una decisión individual. Hay muchas falsedades en torno a las drogas, tanto de quienes afirman que su consumo es siempre negativo, como de quienes exaltan los efectos positivos de su consumo.

Las drogas en general son sustancias neutras que pueden ser buenas o malas dependiendo del uso que les dé cada cual. Como medio de evasión de una realidad o cuando generan dependencia, pueden ser un elemento despersonalizador tan perniciosas como las sectas destructivas. Además, pueden ser especialmente peligrosas cuando su consumo no sólo coarte nuestra libertad, sino que nos lleve a atentar contra la de l@s demás, e incluso contra sus propias vidas (accidentes de tráfico por conducir bebid@, ataques para conseguir dinero para heroína, etc.).

La hipocresía social hace que se consideren peligrosas las que son ilegales (hachís, cocaína, etc.) mientras que las legales (alcohol, tabaco, etc.) gozan de gran tolerancia.

Las causas de que ciertas drogas sean ilegales hay que buscarlas en los beneficios multimillonarios que obtienen las redes de narcotráfico con la implicación de diferentes gobiernos. Determinadas drogas se han fomentado artificialmente en ciertos sectores sociales para crear desmovilización y generar delincuencia innecesaria que justifique ante la sociedad posteriores medidas de control social.

El que haya drogas ilegales y las circunstancias que esto conlleva, hacen que los usuarios las tengan que consumir en malas condiciones (adulteraciones que producen muertes, transmisión de enfermedades a través de jeringuillas usadas, etc.), y que el precio se eleve hasta cifras desorbitadas.

Legalizando las drogas no se conseguiría que dejase de haber drogadictos, pero se conseguiría reducir la delincuencia y mejorar las condiciones de vida y sanitarias de l@s drogadict@s; pero no sólo hay que despenalizar el consumo de drogas, sino también su producción y el tráfico, para que no sean industrias farmacéuticas o el Estado (como sucede en el caso del tabaco) quienes controlen su consumo.

11.-Revolución

No pretendemos aquí hacer un estudio detallado ni preciso de la conveniencia o no de la Revolución y sus implicaciones. Ni siquiera daremos una definición exacta de lo que entendemos por Revolución, puesto que sería necesario, en primer lugar, disponer de más espacio del que deseamos para esta web, y en segundo lugar, que existiera un consenso o al menos una idea bastante general en l@s anarquistas que en la actualidad no existe.

Por ello, analizaremos simplemente unos aspectos que creemos que se deben tener en cuenta, referidos al antes y al después de la Revolución.

Como punto más importante de este apartado, debemos destacar que, evidentemente, no tiene sentido plantear la posibilidad de una Revolución violenta en una sociedad que no está preparada para asimilar el Comunismo Libertario, o que ni siquiera lo conoce. Una Revolución mucho mayor, más importante y más dificultosa es la que debemos poner en marcha l@s anarquistas; una Revolución ideológica, de forma que nuestras ideas calen en la sociedad, hasta el punto de que se pueda afirmar que la mayor parte de la misma sería capaz de vivir según las ideas libertarias. Por el momento, desgraciadamente, estamos muy lejos de conseguirlo, así que hay mucha tarea que hacer, extendiendo el mensaje anarquista entre la gente, mediante la propaganda y mediante el ejemplo con nuestras actuaciones, ya que sólo así nos acercaremos de una forma decisiva al momento en que por fin se consiga organizar una colectividad amplia de forma libertaria.

Otro punto destacable es el hecho de que se debe vivir siempre de acuerdo a nuestras ideas -antirracismo, antisexismo, antimilitarismo, federalismo libertario, ecologismo, etc.- desde antes de la Revolución, pensando incluso que ésta quizá no llegue nunca a producirse. No debemos considerar en ningún caso que se llevarán a cabo después de un momento determinado, sino que debemos hacer presión de forma continuada, en favor de lo que creemos justo.

Estos puntos no implican, por supuesto, que no habrá una mayor posibilidad de llevar a cabo nuestros objetivos después de una Revolución, ni que seamos contrarios a una violencia que, en último caso, se tendrá que utilizar contra aquellos sectores sociales más reaccionarios, que, obviamente, también ejercerán la violencia para oponerse a los cambios.

Por último, y también muy importante, referido a los momentos posteriores a una hipotética Revolución: no debemos caer en el error de crear estructuras jerarquizadas de poder, ni vanguardias, pensando que se encarguen de organizar la sociedad durante un periodo de tiempo más o menos amplio, hasta que se comience a funcionar de forma asamblearia, etc. Este es precisamente un fallo muy grave en la teoría de Karl Marx, y en general del comunismo de Estado. Las estructuras de poder nunca degeneran, porque el poder corrompe a tod@ el/la que lo ostenta. Por ese motivo, no podemos permitirnos proponer esas teorías, ni aspirar a que ninguna organización anarquista, autónoma o federada, ni el Movimiento Libertario en general, se erijan en líderes de la sociedad post-revolucionaria.

C- Conclusiones

Una vez expresadas las principales posturas y líneas argumentales del anarquismo, consideramos necesario concluir con unas ideas generales referidas a la ideología.

En primer lugar, si en algo se diferencia un/a anarquista de todas las demás personas que defienden diversas ideologías, es en que debe huir del dogmatismo al exponer sus posturas, y mantener presente en todo momento una imprescindible capacidad de autocrítica. Es necesario posicionarse de manera abierta frente a opiniones distintas sobre la forma de actuar y en puntos de la teoría socio-política. Es absurdo criticar a organizaciones jerárquicas como la iglesia católica por mantener a ultranza su ortodoxia, a pesar de que eso los aleje todavía más de la sociedad, y convertir el Anarquismo en un monolito inalterable, cuando debe progresar continuamente, adaptándose a los nuevos tiempos y nuevas situaciones. Esto, sin embargo, no significa en absoluto que se deba permitir la apropiación llevada a cabo por parte de personas procedentes de numerosas tendencias del término Anarquía, cuando sus ideas poco tienen que ver con ésta, o incluso son frontalmente opuestas. Así, quiénes se denominan anarco-nacionalistas, anarco-comunistas, o los increíblemente estúpidos términos de anarco-nazis o anarco-cristianos. A lo único que puede conducir la intrusión de estos grupos en la escena social, o la admisión de sus miembros en agrupaciones auténticamente anarquistas es a la desvirtuación y disolución de nuestra ideología.

Otro punto destacable íntimamente relacionado con éste, es el hecho de que no se puede considerar que el Anarquismo sea un proyecto inacabado. En primer lugar, como ya se ha mencionado, porque los tiempos cambian continuamente y, debido a los avances de la técnica. la sociedad se enfrenta a nuevas situaciones y disyuntivas éticas sobre las que es necesario reflexionar, debatir y tener una opinión. En segundo lugar, porque, como es sabido por tod@s, las ocasiones en las que un proyecto anarquista ha tenido una relevancia práctica importante en el conjunto de la sociedad, son escasísimas, y es seguro que se presentarán posibilidades y opciones, que antes no se habían tenido en cuenta, cuando el Anarquismo tenga una oportunidad. Por último, queremos analizar la idea, común en toda la sociedad y también entre l@s propi@s militantes de organizaciones anarquistas de que el sistema propuesto por la Anarquía es una utopía. ¿Por qué tendría que serlo? Se considera que lo es toda aquella ideología cuyo objetivo final es una sociedad en la que no existan diferencias entre los individuos, y la nuestra, por tanto, lo es. Pero además, algun@s sostienen que es el más utópico de todos, porque es el único en cuya escena final no existe ninguna autoridad superior que se encargue de velar por la supervivencia del bienestar, aparte de la conciencia individual y colectiva de los seres humanos. Pero, es que, precisamente, nuestra ideología se basa en la creencia de que, siempre que cambie la forma de educación y se asegure la supervivencia de tod@s, nuestra sociedad sería posible, y éste es un concepto de naturaleza humana tan válido como el del ser humano egoísta en el que se basa el capitalismo. De cualquier forma, se seguirá manteniendo que el Anarquismo es una utopía. En cualquier caso, poco importa que lo sea, puesto que busca la libertad y la igualdad para tod@s y eso no puede hacer daño, excepto a aquellos organismos reaccionarios que pretenden perpetuar su posición. En realidad, la única manera de seguir avanzando hacia nuestro modelo social es fijar unos objetivos cada vez más avanzados, que nos obliguen a luchar contra los obstáculos que se nos presenten.

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Sobre la complejidad


Edgar Morin nos ofrece una primera aproximación a la complejidad: "A primera vista la complejidad es un tejido (complexus: lo que está tejido en su conjunto) de constituyentes heterogéneos inseparablemente asociados: presenta la paradoja de lo uno y lo multiple."

La complejidad se presenta con los rasgos inquietantes de lo enredado,y muestra en un matrimonio a vena de serpientes, el Orden con su eterno contrincante el Caos.

Plantea la Complejidad en conjunción dos términos que parecen autoexcluirse, pero que, a poco que volvamos sobre nosotros mismos los encontramos muy íntimamente entrelazados. La vida cotidiana es una vida en la que cada uno juega varios roles sociales. Cada ser tiene una multiplicidad de personalidades en sí mismo, un mundo de fantasmas y sueños que acompañan su vida.

La vida humana no se deja domeñar fácilmente por ninguna ley o principio que pueda imponer el Paradigma de la Simplicidad, que pone Orden en el Universo y persigue todo tipo de Desorden y Caos. La Simplicidad, que o bien separa lo unido, o bien unifica lo que es diverso, nos presenta la pareja Disyunción/Reducción, frente a la que se opone con energía el dúo maldito de la complejidad: Orden y Caos. Diversas patologías afectan al pensamiento moderno: la hiper-simplificación que ciega al espíritu a la complejidad de lo real; el idealismo, donde la idea oculta a la realidad que pretende traducir; el dogmatismo, que encierra a la teoría en sí misma, la racionalización que encierra lo real en un sistema coherente. "Estas cegueras son parte de nuestra barbarie. Estamos siempre en la prehistoria del espíritu humano. Solo el pensamiento complejo nos permitirá civilizar nuestro conocimiento."

Volviendo a nosotros otra vez, somos seres biológicos, pero no solo eso. También somos seres culturales, meta-biológicos, que vivimos en un universo de lenguaje, de ideas y de conciencia, y también somos seres físico-químicos compuestos de elementos que se comunican entre sí, sin que nosotros tengamos consciencia de esa comunicación.

Cuando amamos, amamos biológicamente, nuestros genes buscan su perpetuación, su difusión; amamos culturalmente, perseguimos un ideal que ha sido amasado en nosotros a través de la educación (o como reacción a ella); amamos químicamente, nuestras glándulas liberan sustancias que excitan y atraen a otras glándulas que se nos acercan; amamos también inconscientemente, nuestros instintos buscan aliviar tensiones producidas por nuestras pulsiones, y por último, amamos sin saber porque amamos.

Comprobamos como nosotros mismos podemos ser múltiples siendo únicos como somos.

Valdría esta frase de Pascal para ilustrar la inseparabilidad que afecta a todo aquello con lo que nos enfrentamos, a todo lo que se nos presenta de forma compleja: "Siendo todas las cosas causadas y causantes, ayudadas y ayudantes, mediatas e inmediatas, y relacionándose todas por un vínculo natural e insensible que vincula a las más alejadas y a las más distintas, considero imposible conocer las partes sin conocer el todo, y también conocer el todo sin conocer las partes."

Ahora, con Pascal, para conocer la realidad no podemos renunciar ni al todo, ni a las partes, con lo que esbozamos uno de los tres principios que según Morin nos pueden ayudar a pensar la complejidad: el Principio hologramático, en el que no sólo la parte está en el todo, sino que el todo, en cierto modo, esta en la parte. Las relaciones que se establecen entre el todo y las partes son complejas: la unión de las diversas partes constituye el todo, que a su vez retroactúa sobre los diversos elementos que lo constituyen confiriéndoles propiedades de las que antes carecían. La relación del todo con las partes no es meramente acumulativa, es solidaria. Las partes conforman el todo, pero este a su vez retroactúa sobre las partes confiriéndoles propiedades nuevas, de las que carecían antes de combinarse entre sí. El producto es productor de lo que produce, y el efecto causante de lo que causa. Lo que Morin viene a llamar principio recursivo organizacional, que junto al principio dialógico - que se basa en la asociación compleja de instancias necesarias juntas para la existencia, el funcionamiento, y el desarrollo de un fenómeno organizado - y junto al principio hologramático - en el que no sólo la parte está en el todo, sino que el todo, en cierto modo, está en las partes- constituyen los instrumentos que nos ayudan a movernos en la Complejidad.

No podemos contentarnos con encontrar la certidumbre en los fundamentos del conocimiento clásico, en la separabilidad de los objetos, y en la lógica deductivo-identitaria.

El conocimiento complejo afronta esa incertidumbre, esa inseparabilidad, y esas insuficiencias. Nos encontramos con que ya no hay un fundamento único o último para el conocimiento, "en un universo donde Caos, desordenes y azares nos obligan a negociar con las incertidumbres". Aunque el reconocimiento de no poder encontrar certidumbre allí donde no la hay, constituye ya de por sí una certidumbre.

La aceptación de la confusión puede convertirse en un medio para resistir a la simplificación mutiladora. Nos falta un método en el comienzo, pero podemos disponer de un a-método en el que la ignorancia, incertidumbre, confusión, se convierten en virtudes.

Nuestra expuesta pretensión de no renunciar al todo y a las partes parece convertirse en una empresa imposible, deviene un circulo vicioso, atenazado por la imposibilidad lógica, la imposibilidad del saber enciclopédico y por la renuncia omnipotente del principio de disyunción y la ausencia de un nuevo principio de organización del saber.

Nos las tenemos entonces con "un círculo vicioso de amplitud enciclopédica que no dispone ni de principio, ni de método para organizarse." Un círculo que nos atrapa, que nos devora como si fuéramos la serpiente Uro-boros. Sólo podemos conservar la circularidad, engarzarnos en el círculo para no ser inscritos por él. La pretensión de eliminar las contradicciones, las antinomias, se demuestra ilusoria. Querer romper la circularidad nos lleva a caer de nuevo bajo el principio de disyunción/reducción.

Conservar la circularidad es "respetar las condiciones objetivas del conocimiento humano", que conlleva siempre paradoja e incertidumbre. La circularidad nos permite un conocimiento que reflexiona sobre sí mismo, transformando el círculo vicioso en círculo virtuoso. Hay que velar, como nos recuerda Morin, por no apartarse de la circularidad: "El círculo será nuestra rueda, nuestra ruta será espiral".

La insuperable pretensión de enciclopedismo no debe ser tomada en términos puramente acumulativos, se trata ahora de poner el saber en ciclo, articular lo que esta disociado y debería estar fundamentalmente junto.

Necesitamos reaprender a aprender, constituyendo "un principio organizador del conocimiento que asocia a la descripción del objeto, la descripción de la descripción, y el desenterramiento del descriptor. Nos encontramos ante el nacimiento de un nuevo paradigma: el Paradigma de la Complejidad, que se empieza a gestar en las crisis que afectan al conocimiento en nuestro siglo. Un Paradigma que acepta "que el único conocimiento que vale es aquel que se nutre de incertidumbre y que el único pensamiento que vive es aquel que se mantiene a la temperatura de su propia destrucción."

El mundo físico nos ofrece un ejemplo de cohabitación entre Orden y Caos. Así las estrellas, son a la vez formidables máquinas de relojería - producen Orden, Organización - son Cosmos, y también son auténtico Caos: son fuego ardiendo en una autoconsumición insensata, se crean, se autoorganizan en la temperatura misma de su destrucción, viven en la catástrofe continua.

También podríamos decir esto de algo más cercano a nosotros, de nosotros mismos, otra vez Caos y Orden, otra vez resultamos complejos.

El Caos que se gesta en las estrellas produce interacciones, que, a su vez, permiten los encuentros que se traducen en Organización: los átomos. La relación Caos/Interacción/Organización/Orden está presente en todos los fenómenos complejos, se convierte en Tetrálogo. El Orden y el Desorden se coproducen mutuamente, se necesitan; mantienen una relación solidaria, una relación que es genésica. Y la genesis no ha cesado, seguimos estando en la nube que se dilata, en un universo que sigue en expansión.

La complejidad surge en las ciencias físicas, paradójicamente las más reductoras, y precisamente por eso mismo. El 2º principio de la Termodinámica, el universo en expansión de Hubble, la Teoría de la Relatividad, constituyen algunas de las fisuras a través de las que la complejidad se abre paso en el mundo físico, son las puertas por las que entran los conceptos de Caos, de Organización, de Expansión,….que convierten en ruinas lo que se había creído un edificio sólido. Y tras estas ruinas, nos encontramos con que toda observación, todo conocimiento, es siempre relativo a un observador, a un sujeto que conceptúa. Un observador que no es un ente puro, y que no puede desasirse de sus condicionamientos bio-antropológicos, culturales, psicológicos… De nuevo, como no, otra vez, nosotros mismos.

Así se presenta la necesidad de articular la física a la antropo-sociología, intentando construir un círculo virtuoso, siguiendo una ruta compleja, una ruta espiral. La Complejidad de lo real necesita ser pensada a través de macro-conceptos, necesitamos pensar mediante "constelación y solidaridad de conceptos."

La Complejidad es el desafío, no la respuesta. El paradigma de la complejidad es una empresa que se esta gestando, que vendrá de la mano de nuevos conceptos, de nuevas visiones, de nuevos descubrimientos, y de nuevas reflexiones que se conectaran y reunirán. Es una apertura teórica, una teoría abierta que requiere de nuestro esfuerzo para elaborarse. Que requiere lo más simple y lo más dificil: "cambiar las bases de partida del razonamiento, las relaciones asociativas y repulsivas entre algunos conceptos iniciales, pero de las cuales depende toda la estructura del razonamiento, todos los desarrollos discursivos posibles".

Pensamos con Ignacio Salazar que no basta con denunciar que el desierto crece, hay que plantar, con Morin, árboles.

Juan Villanueva Pascual

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Una Educación para el Siglo XXI


Creo que si en algo vamos a estar todos de acuerdo es que sin una buena educación no hay un futuro promisorio. Motivados por esta idea, hemos realizado un trabajo durante dos anos y medio que nos ha convencido que el deterioro educativo es enorme y que si no se realizan cambios profundos en la organización de nuestro sistema educativo, nuestro país está condenado a la decadencia cultural, a un crecimiento económico mediocre y a una marginación social creciente.

A esta situación no hemos llegado por casualidad. Durante décadas, la política educativa se ha diseñado a medida de los intereses corporativos de los gremios y de la burocracia estatal. Uno de las consecuencias más notables ha sido el deterioro del status y de la calidad de nuestros docentes: es evidente que ya no tenemos, como en décadas lejanas, señores maestros y profesores educando a nuestros hijos. Ahora tenemos, según lo dice la propia secretaria general de CTERA, “trabajadores de la educación”. A este punto hemos llegado porque durante décadas la educación ha estado al fondo de la lista de prioridades de nuestra clase política y porque la administración de los recursos públicos ha estado afectada por las ineficiencias y la desidia de la administración estatal, sea ésta nacional o provincial.

¿Cómo podemos pretender que la educación se transforme en una igualadora de oportunidades y reductora de brechas económicas, si la tenemos en manos de trabajadores de la educación mal remunerados?. Imposible. Hay que hacer un cambio copernicano en la calidad de la docencia. Y esto no es sólo cuestión de tener maestros instruidos, que conozcan realmente la materia que enseñan, sino también de maestros capaces de transmitir con su ejemplo los valores esenciales del esfuerzo y la responsabilidad individual, que son esenciales para formar personas que puedan desarrollar una vida fructífera. Invertir en educación requiere poner a los mejores a enseñar, no que la profesión docente sea el destino de los que no consiguen otra cosa.

Lejos de ese ideal, nuestra educación es hoy la transmisora de la cultura del tango Cambalache. Tal como en el tango, todo da igual, nada es mejor. El estatuto del docente trata por igual a un burro que a un gran profesor. La estabilidad del docente, defendida a rajatabla por los líderes sindicales, significa que los intereses de ñoquis y malos maestros se anteponen a los intereses de los buenos maestros y de los alumnos que necesitan de buenos maestros para poder superar la pobreza de sus familias.

Otro ejemplo del cambalache educativo es la ideología imperante en nuestra burocracia educativa. La gran idea es “contextualizar” el aprendizaje, lo que significa enseñar y exigir a los alumnos de acuerdo a su contexto socioeconómico. Para ellos lo importante es que el niño concurra al colegio, que no ande vagando por la calle y si es necesario que tenga una comida diaria. Lo importante es el rol del maestro como asistente social. La enseñanza es secundaria. La calidad de la enseñanza se menosprecia y la exigencia al alumno desaparece, pues se cree que si se le exige, se arriesga la deserción escolar. Todos pasan de grado, da lo mismo que sepan o no sepan. Lo importante es que todos tengan un titulo, no importa si aprendieron y cuánto aprendieron. El camino populista a la igualación de oportunidades es darles a todos un título similar, aunque este signifique cada vez menos.

Por supuesto, los resultados son desastrosos. Se estafa a los jóvenes dándoles títulos que les hacen creer que están preparados para la vida y cuando se enfrentan con la realidad, la frustración es enorme. El daño no es sólo por falencias de conocimientos sino también por las falencias de carácter que surgen al no inculcarle a los chicos desde muy pequeños los hábitos del esfuerzo y la responsabilidad individual. El ejemplo que reciben en cambio es el método de la protesta social.

El statu quo educativo nos condena a la decadencia cultural y económica, y a una creciente exclusión social. La opción es clara: Cambiar radicalmente la educación, liberarla de la mediocridad de la política, ponerla al servicio de los padres y de los buenos maestros y de un objetivo de igualdad de oportunidades, que hoy se declama pero que no existe.

A medida que avanzamos en nuestro proyecto, nos fuimos convenciendo que sin un cambio drástico y sustantivo de la política educativa, no hay solución posible. La pregunta clave fue entonces cómo hacer una reforma que mejore simultáneamente la calidad y la equidad educativa.

La respuesta es que, ante todo, tenemos que pasar del cambalache en el que todo da igual, a un sistema que otorgue incentivos apropiados a maestros, colegios, padres y alumnos.

Los alumnos tienen que enfrentar incentivos poderosos para el esfuerzo académico. Es imprescindible recrear una cultura meritocrática. Para asegurar ese cambio, el instrumento idóneo es un sistema de exámenes nacionales externos a los colegios, pero hecho sí con la seriedad que no tuvieron las mediciones de calidad en la última década. Un tema crítico es que la aprobación de estos exámenes tiene que ser condición para la promoción de grado en los primeros años y condición para la graduación en las etapas finales de la escolaridad. La presión de los exámenes es un elemento insoslayable para el esfuerzo escolar y la única manera de garantizar la objetividad de los mismos, es que se trate de exámenes nacionales administrados seriamente.

Los colegios tienen que tener incentivos para competir sobre la base de calidad. Una pieza central para que se dé una competencia sana, es que el subsidio estatal sea proporcional a la cantidad de alumnos que el colegio sea capaz de atraer, en un sistema en el que los padres tengan completa libertad de elección de colegios, incluyendo libre elección entre colegios públicos y colegios privados subsidiados. Esa presión competitiva en pos de la calidad educativa tiene que producirse en un pie de igualdad entre colegios estatales y colegios privados subsidiados, por lo cual estamos proponiendo una perfecta igualdad de tratamiento regulatorio y financiero a cualquier tipo de institución que atienda la educación pública. Pero para avanzar en el camino hacia la excelencia, los colegios también tienen que tener la autonomía suficiente para mejorar, para lo cual otro ingrediente esencial es que sean los mismos colegios los que puedan decidir sus problemas, incluso la contratación, despido y remuneración de sus docentes.

Por supuesto que otorgarle autonomía plena a lo que es hoy un colegio estatal, requiere un cambio importante en la naturaleza jurídica de los colegios. Por ello estamos proponiendo que se conviertan en entidades jurídicas distintas a la administración pública, dentro de la figura legal de “entidad pública no estatal”. Con este cambio de régimen jurídico será posible otorgar a las escuelas plena autonomía de decisiones. En nuestra propuesta, estas escuelas serán gerenciadas por un consejo de administración y tendrán la capacidad de tomar todo tipo de decisiones, incluso las referidas a inversiones en infraestructura y decisiones de personal. Uno de los méritos de este cambio jurídico es que las diferencias entre una escuela estatal y una escuela privada sin fines de lucro, prácticamente desaparecerían, haciendo posible tener un régimen regulatorio y financiero único para cualquier tipo de escuela que atiende la educación publica.

En definitiva entonces, se trata de recrear una sana competencia por calidad entre las escuelas, basado en un subsidio que sea proporcional al número de alumnos que las escuelas pueden atraer y en un régimen regulatorio que trate por igual a escuelas publicas y privadas, ambas con plena autonomía de decisiones.

La otra pieza que resta para empujar hacia una mayor eficiencia y calidad, es el comportamiento de los padres. A través de la libre elección, ellos tienen la capacidad potencial de ir premiando a los buenos colegios y obligando a mejorar al resto. Pero para que puedan cumplir esa tarea eficazmente, tienen que ser provistos de la información necesaria. La clave pasa aquí por una información abierta y trasparente sobre los resultados obtenidos por los distintos colegios en los exámenes nacionales que estamos proponiendo.

Dentro de esta idea de proveer los incentivos adecuados, los maestros también tienen que tener incentivos poderosos para capacitarse y esforzarse. Esto requiere como condición básica que la profesión docente esté bien remunerada y sea atractiva frente a otras profesiones. Si así lo fuera, habría muchos candidatos a incorporarse a la profesión y las instituciones de formación docente podrían ser selectivas en el proceso de admisión. También permitiría que esas instituciones sean exigentes durante el proceso de formación y al momento de la graduación. Pero la mejora del plantel docente en cualquier caso requiere que haya movilidad, de tal manera de permitir que se incorporen los mejores y reemplacen a los maestros que no tienen la capacidad y la voluntad de esforzarse. Es por eso que el estatuto del docente debe ser eliminado. Si hay una profesión en donde no nos podemos dar el lujo de tener ñoquis y mediocres, esa es la docencia.

Ninguno de los objetivos que he planteado podrá lograrse si la educación sigue siendo administrada por la política y las burocracias, en donde el acomodo, la ineficiencia y el populismo son el modus operandi. Para aquellos que creen que la educación estatal es mejorable, yo les diría que no somos ni Alemania ni Japón. Con esto quiero decir que la posibilidad de tener una burocracia meritocrática y eficiente al frente de la educación pública, es en nuestro caso una fantasía. Por eso la intervención estatal debe limitarse sólo a proveer el marco legal para que el sistema de financiamiento público asegure la igualdad de oportunidades educativas.

Un tema crucial en la nueva arquitectura que estamos proponiendo, es que la administración del sistema educativo se separe de la política y quede en manos de entes independientes. El nuevo sistema requeriría básicamente dos entes para regular su funcionamiento:
Uno es el Instituto de Financiamiento, cuya función es hacerle llegar directamente los fondos a las escuelas, de acuerdo con los criterios que la ley estipule.
El segundo es el Instituto de Medición de la Calidad Educativa, encargado de administrar los exámenes nacionales.

Nuestra propuesta es que ambas instituciones sean independientes, con organismos directivos ajenos a la política. Esto es imprescindible pues existe sobrada experiencia respecto a las arbitrariedades de la política al momento de repartir fondos o de ocultar y distorsionar los resultados de exámenes nacionales.

La asignación de los recursos públicos a la educación debe ser cambiada radicalmente. El objetivo de igualdad de oportunidades requiere concentrar recursos públicos en el subsidio de la educación básica de los sectores más desfavorecidos. También hay una necesidad imperiosa de aumentar los recursos totales destinados a la educación, lo que es imprescindible para aumentar la remuneración de los maestros a niveles atractivos. El problema es que simultáneamente existe una restricción de hierro, que es el deterioro continuo de la situación fiscal. La pregunta es cómo solucionar este dilema. Y la respuesta es que la única solución posible es una participación mayor de las familias en el financiamiento de la educación. Para que esto pueda darse mejorando simultáneamente la igualdad de oportunidades, estamos proponiendo concentrar los recursos públicos en el financiamiento de la educación básica de los sectores más necesitados, permitiendo que en los sectores de ingresos medios y altos, los padres contribuyan parcial y voluntariamente a la financiación de la educación de sus hijos. Dentro de esta línea, también estamos proponiendo eliminar la gratuidad universitaria y reemplazarla por un sistema de becas y préstamos. Estos cambios permitirían simultáneamente aumentar los recursos totales dedicados a la educación y concentrar los escasos fondos públicos en quienes más los necesitan, para mejorar la igualdad de oportunidades educativas.

Esta es una apretadísima síntesis de nuestra propuesta educativa. El libro contiene el detalle de cómo realizar un cambio como el sugerido. No nos hemos detenido en una declaración de principios básicos, sino que hemos ido al detalle de cómo hacerlo. La propuesta no solo se ocupa de la educación básica sino también hay una propuesta completa para la educación superior. Es imposible contarles aquí la totalidad, por lo que solo me queda invitarlos a leer el libro.

Quiero terminar mi presentación con una convocatoria. La reciente experiencia del Dr. Llach al frente del Ministerio de Educación nos demuestra que aún propuestas de reforma muy tibias, son inaceptables para los intereses de los burócratas y de los gremios docentes. Estamos frente a una batalla por ahora muy desigual. Y yo diría más, es una batalla imposible de ganar si los buenos maestros, los padres y la opinión pública no toman conciencia que sus intereses están en las antípodas de los intereses de los gremios, de los burócratas y de los políticos. Por eso creo que es esencial que aquellas instituciones con capacidad de tomar posiciones en aras del bien general, aunemos esfuerzos detrás de esa concientización imprescindible. Esta es nuestra convocatoria. Esperamos tener una respuesta positiva.

Mario Teijeiro
Presidente del Centro de Estudios Públicos