"La filosofí­a no es el arte de consolar a los tontos; su única meta es enseñar la búsqueda de la verdad y destruir los prejuicios"; Marqués de Sade.

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sábado, diciembre 24

La libertad guiando al pueblo


Data de 1830. Es un óleo sobre lienzo de 260 x 325 cm. Esta expuesto en el Louvre de París. El tema aquí tratado es un hecho coetáneo de Delacroix: la revolución de 1830. Ha ubicado la acción en París, ya que a la derecha del cuadro está la Île de France, con las torres de la catedral de Nôtre Dame al fondo.

La composición es piramidal. En el centro del cuadro está una figura femenina llevando la bandera tricolor, medio desnuda y con un arma en la mano. Tiene una actitud decidida y valiente, con el cuerpo echado hacia delante. A su derecha aparece un niño y a su izquierda, completando la pirámide compositiva, hay un hombre de la clase media. La base de la pirámide está compuesta por los restos de la barricada que había con los cadáveres de los combatientes.

La figura femenina es la alegoría de la Libertad, por ello está situada en un plano más alto que los demás personajes. Está conduciendo al pueblo a la victoria. El niño de su derecha bien puede representar a la clase obrera. Lleva un arma en la mano derecha, que la mantiene levantada, y otra en la izquierda. Su rostro es más expresivo que el de la chica, ya que muestra el sufrimiento y la opresión que está viviendo en su vida de trabajador. Al otro lado de la Libertad está el ya nombrado hombre de clase media. Este hombre, al contrario de los demás protagonistas, va pulcramente vestido con un sombrero de copa, símbolo de su posición social. No obstante lleva un arma dando muestra de su adhesión al movimiento popular. Este hombre puede ser la representación del mismo Delacroix, ya que si bien no participó activamente en la revolución, lo hizo solidarizándose con la causa.

Aparte de los personajes de la llamada pirámide compositiva, hay otros como el hombre que está en el extremo izquierdo del cuadro. Representa a un artesano, el cual también va armado. Debajo de él aparece un misteriosos hombre, del que sólo se ve su rostro. La mirada del personaje puede dirigirse, según versiones, al espectador o a los cadáveres que hay bajo de la Libertad. Me inclino por la segunda, ya que su rostro denota horror e inquietud por lo que está viendo y por lo que puede pasar. Asimismo, cabe resaltar la mujer que está de rodillas al lado de la Libertad, suplicándole que continúe con la causa para conseguir el fin deseado: la libertad.

Este cuadro también destaca por su movimiento. Se muestra mediante la ondulación de varios de sus elementos, provocando sentimientos en el interior de cada espectador. Igualmente se ve el movimiento en los personajes, ya que ninguno, ya sea del fondo como de los centrales, está quieto. La luz es violenta y sólo envuelve a la figura central. En cuanto al color, las tonalidades oscuras inundan el cuadro, dando esa sensación de que algo está pasando, resaltando los tonos rojizos, la claridad de la Libertad y los tres colores de la bandera (rojo, blanco y azul) que no solo están en la bandera de la Libertad, sino que también en los ropajes de la mujer arrodillada. Con ello resalta el triunfo de la revolución.

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El hombre imaginario de Nicanor Parra



El hombre imaginario
vive en una mansión imaginaria
rodeada de árboles imaginarios
a la orilla de un río imaginario

De los muros que son imaginarios

penden antiguos cuadros imaginarios
irreparables grietas imaginarias
que representan hechos imaginarios
ocurridos en mundos imaginarios
en lugares y tiempos imaginarios

Todas las tardes imaginarias
sube las escaleras imaginarias

y se asoma al balcón imaginario
a mirar el paisaje imaginario
que consiste en un valle imaginario
circundado de cerros imaginarios

Sombras imaginarias

vienen por el camino imaginario
entonando canciones imaginarias
a la muerte del sol imaginario

Y en las noches de luna imaginaria

sueña con la mujer imaginaria
que le brindó su amor imaginario
vuelve a sentir ese mismo dolor ese mismo placer imaginario
y vuelve a palpitar el corazón del hombre imaginario